Son las dos ciudades más importantes de Australia, no demasiado lejanas (para lo que se estila por aquí) y con una fuerte rivalidad desde sus inicios, pero las dos tienen un encanto y una personalidad que las hace realmente atractivas.
Empiezo por Melbourne, una maravilla de ciudad, es difícil encontrar una ciudad más completa, lo parece tener todo, la mezcla de culturas y tradiciones le ha sentado muy bien a la ciudad del río Yarra, en centro junto a los rascacielos esta el jardín botánico y por toda la rivera se extienden unas zonas verdes en las que lugareños y turistas aprovechan el buen tiempo
La arquitectura de Melbourne es curiosa, mezclando la modernidad con los edificios históricos de forma constante, así pues, tiene muchas cosas que ver
Como toda ciudad que se precie también tiene un barrio bohemio, Fitzroy, sus tiendas, bares y restaurantes rezuman un estilo vintage y decadente que resulta muy atractivo, además está adornado con unos grafities realmente espectaculares, pero esto lo voy a dejar para un bonus-post de street art al final del viaje.
Los callejones que no están llenos de graffities están llenos de pequeñas cafeterías donde tomar un café y un dulce o incluso cenar siempre que no sea demasiado tarde, porque cierran muy pronto para mí :-(
Y si la ciudad es realmente atractiva de día la cosa no acaba aquí, por la noche la gente sale a cenar a tomar algo con los amigos o simplemente a pasear, un estilo muy "Mediterráneo"
Sydney es otra cosa, la bahía de Sydney marca el carácter de una ciudad que más que mirando al mar está rodeada por el mar, incluso diría más, se podría decir que forma parte de la ciudad como si fuera una calle mas.
Cuando llegas a Sydney lo primero que quieres ver es el palacio de la ópera, que más que un símbolo de la ciudad se ha convertido en un icono del país y la verdad es que su diseño y su emplazamiento hacen de él un lugar único que quieres volver a ver una vez tras otra.
Pero el palacio de la ópera no está solo, tras él la City con sus rascacielos y enfrente el puente Harbour completan un entorno espectacular.
Pero aunque no lo parezca la ciudad continúa más allá de la bahía aunque sin alejarse demasiado del mar :-)
The Rocks es el barrio en el que los instalaban los deportados británicos y es lo más parecido a los cascos antiguos europeos, su conservación estuvo en el alero por un "brillante" plan urbanístico al que la población de Sydney se opuso movilizándose.
The Rocks es un conjunto de casas antiguas, callejones, bares y restaurantes en los que perderse y tomar unas cervezas, me temo que es lo que hice yo jejejejeje, así que las fotos que hice no son gran cosa ;-)
En una ciudad rodeada de mar como no iba a haber playas, Bondi beach es una de ellas, y además con una forma curiosa ya que se trata del antiguo cráter de un volcán que le da su forma redondeada, la playa está llena de surferos y de gente haciendo deporte la verdad es un sitio muy agradable aunque es posible que haya algo de postureo, pero es que es una playa ...
Es posible que en estos sitios cuiden y alimente muy bien a los animales, pero en ocasiones, y este es el caso, los animales no tiene el espacio necesario, no me gustó.
El día amenazaba lluvia y la predicción meteorológica prácticamente lo aseguraba, pero en nuestra primera andada la niebla nos acompañó y la verdad es que le sentaba muy bien al paisaje
Al día siguiente la predicción decía sol por la mañana y posibilidad de tormentas por la tarde ... Así que por la mañana fuimos a Manly beach que es una playa que da al Pacífico y que se supone que debería tener las olas más grandes que Bondi beach pero yo la verdad es que no lo note, en cualquier caso la playa está junto a un parque natural y está muy bien
En el barco de regreso al centro (aquí a veces en lugar de metro o tranvía toca barco) se presentó ante nosotros una maravillosa panorámica de la bahía.
Y cuando el sol se pone la ciudad se enciende.
Me encantas las ciudades por la noche, las luces, los colores, el ambiente más relajado ... Y desde luego a Sydney le sienta muy bien la noche
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